La aceptación de lo que sentimos.

1- ¿Qué son las emociones? ¿Cuál es su función?.

2- ¿Por qué es importante la aceptación? Consecuencias de reprimir o bloquear las emociones.

3- El autorrechazo.

4- Crear una relación sana con las emociones es crear una relación sana conmigo.

Me gusta conocer cuál es el “concepto de emoción” de los pacientes con los que trabajo en terapia, y preguntándoles por ello he obtenido varios tipos de respuestas; hay personas que nunca se lo han planteado, hay quienes las ven como un simple estorbo y un freno, otras personas las entienden como el resultado de una situación o el proceso final, y otras como algo primitivo a ignorar, ya que consideran que lo ideal sería poder guiarse siempre por el pensamiento lógico/racional o lo que “se debe hacer”.

Inteligencia emocional es el término que utilizamos para referirnos a la capacidad de reconocer, comprender, expresar y gestionar las emociones. Este post pretende arrojar luz sobre cuál es la función de las emociones (ayudarnos a comprenderlas), y sacar a escena un concepto fundamental, pero a veces olvidado; La aceptación de lo que sentimos.

1- ¿Qué son las emociones? ¿Cuál es su función?

Las emociones son una parte fundamental de nuestra vida. Nos dicen lo que es importante para nosotros en un momento determinado.

Emociones: energía en movimiento que se manifiesta en nuestro cuerpo en forma de sensación para que tomemos conciencia de nuestras necesidades.

Cada una de ellas tiene una función diferente, siendo su fin último, ayudarnos a restablecer el equilibrio y el bienestar. Esto parece paradójico, ya que algunas de ellas producen sensación de malestar y gran molestia física, siendo etiquetadas, con más o menos acierto, como emociones negativas.

Si algo caracteriza al ser humano, es que es un ser “necesitado”, es decir, tenemos día a día que satisfacer una serie de necesidades para acercarnos al estado de bienestar. Cuando estas necesidades no son cubiertas, nuestras emociones “desagradables” saldrán a escena para darnos aviso de ello. Dado que de pequeños (y de adultos) no nos enseñan a sentir ni a escuchar nuestras necesidades, trataremos de quitarnos de encima esa sensación incómoda o evadirnos de ella, pero al hacer esto, no solo no lo logramos, sino que cada vez necesitaremos estrategias más elaboradas para aniquilarla o reprimirla.

función de las emociones

2- ¿Por qué es importante la aceptación? Consecuencias de reprimir o bloquear las emociones.

¿Cuántas veces has escuchado, te han dicho o has dicho las siguientes frases?

  • No quiero saber nada de ti si estas enfadado. Hasta que no estés “normal” no me hables.
  • Cuando lloras te pones muy feo.
  • No tienes por qué estar triste, es una tontería.
  • En esta casa las cosas son serias, quita esa sonrisa de idiota.
  • El miedo es de cobardes. Hay que ser fuertes, echados para adelante…

Cuando somos niños, los padres o personas significativas del entorno condicionan la manera en la que expresamos nuestras emociones; Si cuando nos enfadamos nos “reprenden”, es probable que aprendamos a ocultar el enfado; si cuando lloramos se ríen de nosotros, podemos aprender a reprimir el llanto; y si cuando tenemos miedo nos dicen que no hay que tenerlo, nos confunden. Aprendemos a expresar las emociones según la cultura o la forma de pensar del entorno. En definitiva, aprenderemos a no prestarle atención o intentar no sentirlas; evitándolas las bloqueamos, pudiendo crearse con ello diferentes tipos de trastornos:

Las emociones bloqueadas están activas pero reprimidas, hasta que un día, normalmente en momentos de mucha tensión, fallan nuestros mecanismos y tenemos una reacción desmesurada ante una circunstancia que no merece tal reacción, y nos quedamos cuanto menos sorprendidos. Si no vamos soltando la energía contenida en la emoción y la vamos bloqueando, esto hace que tengamos un estado o sensación difusa que crea malestar de fondo, o lo que solemos llamar ansiedad o dolor. Abraza a tu niño interior – Victoria Cadarso

TRASTORNO DE ANSIEDAD O MIEDO; tratamos de no sentir ansiedad, pensamos que tenemos que deshacernos de ella, evitamos situaciones que nos la generan y, en esa evitación, la vamos almacenando.

El miedo es de las emociones más intensas, nos bloquea y nos paraliza (le tememos al propio miedo). Generalmente, nos da miedo el malestar y el dolor, y evitamos todo aquello que nos lo pueda producir. En ocasiones, ese miedo es tan intenso que se convierte en preocupación obsesiva o ideas repetitivas y ansiógenas. Estas ideas obsesivas tienen como objetivo arreglar mentalmente una situación (a veces incontrolable) para no sentir miedo en el futuro, pero no nos damos cuenta de que, en ese intento de rechazar el miedo, nos lo generamos y caemos en nuestra propia trampa. A veces la sensación de miedo es más sutil, pero constante (como de telón de fondo).

buscar donde no está

•DEPENDENCIA EMOCIONAL: pienso que lo que siento es debido a otra persona (ya sea agradable o desagradable), creo que el otro es el origen de mis emociones, de mi felicidad o mi malestar y le responsabilizo de cumplir mis necesidades como pareja, amigo o familiar. Trato cambiar yo para poder adaptarme a una situación que en muchas ocasiones resulta nociva, o bien trato de que la otra persona cambie en un intento infructuoso para recuperar el bienestar perdido. En cualquiera de los casos, mis necesidades quedan insatisfechas porque lo que busco no se haya allí, como en la anécdota del borracho y la farola.

•TRASTORNOS DE DE IRA; Pueden ser fruto de tratar de ocultar mi rabia durante mucho tiempo. Es posible que en el pasado encontrásemos de forma prolongada “ciertos obstáculos” para cubrir nuestras necesidades y que nos sintiésemos incapaces de hacer frente a esos obstáculos o ponerles un límite. Si llegamos a determinar que no hay nada que podamos hacer (que el obstáculo es más grande que nosotros), podemos comenzar a reprimir nuestra ira, generando poco a poco el sentimiento de impotencia e injusticia. Al no saber qué hacer con esta sensación y no encontrar un “culpable” claro, podemos dirigir la ira hacia nosotros mismos o hacia los demás de una manera desmedida y sin causa aparente o justificable. Puede que nos sorprendamos e incluso asustemos de nuestras propias reacciones, ya que nos sentimos incapaces de controlar el “fuego” que llevamos dentro y que cualquier “cosilla” puede hacer explotar.

TRASTORNOS DEPRESIVOS O RELACIONADOS CON LA TRISTEZA; Podemos sentirnos incapaces de cubrir nuestras necesidades, ya sea porque hemos puesto durante mucho tiempo las necesidades de los demás por delante de las nuestras, o porque mis necesidades entran en conflicto con creencias o valores propios o de personas significativas del entorno. A la larga tenemos una sensación de pérdida, la tristeza se convierte en indefensión, ya que consideramos que nada de lo que hagamos o de lo que ocurra podrá “llenar” esa necesidad o restituir esa pérdida.

•ADICCIONES: Con el objetivo de eliminar emociones desagradables como dolor, frustración o angustia, recurrimos a la evasión que nos prometen las adicciones y caemos en la trampa; la adicción se convierte en la nueva necesidad. Poco a poco nos “desconectamos” de nosotros, nos alejamos de nuestras necesidades reales y de la capacidad de restaurar el bienestar por nosotros mismos. Muchas actividades o sustancias pueden proporcionarnos esta evasión de nuestras emociones; comida, juego, sustancias, trabajo, sexo, tecnologías, etc.

No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con las emociones.

Jorge Bucay

3- El autorrechazo.

¿Qué ocurre si en mi intento de dejar de sentir lo que siento no lo consigo? ¿y si al tratar de dejar de sentir esas emociones se me quedan “pegadas”?

Nos identificamos con nuestras emociones. Posiblemente comencemos a pensar cosas como: “soy ansioso”, “soy depresiva”, “tengo mal carácter” …y si a esto le sumamos los comentarios e impresiones de las personas del entorno sobre nuestra personalidad, tenemos el caldo de cultivo perfecto para el autorrechazo: “actúas como un histérico por cualquier cosa”, “eres demasiado insegura”, “siempre estás amargado”, “no tienes motivos para estar mal con todo lo bueno que tienes”.

Poco a poco voy construyendo la creencia de que ALGO ESTÁ MAL EN MÍ, y en este autorrechazo comienza la búsqueda de una mejor versión de mí mismo que conseguiré en un futuro. Normalmente esta imagen de mejor versión es idealizada y corremos el riesgo de caer en una serie de ideas irracionales que no solo perpetúan el malestar, sino que cierran el circulo del rechazo a quien somos en el presente: Cuando consiga ser seguro de mí mismo la gente me querrá, tengo que ser más alegre para ser aceptado, seré feliz cuando consiga el éxito laboral, estaré completo cuando tenga una relación estable. 

La mayor parte de personas que llegan a consulta verbalizan lo siguiente:

Necesito algo que me ayude a no seguir sintiendo esto

No quiero sentirme de esta manera por más tiempo ¿qué puedo hacer?

Esto que siento está frenando mi vida

Cuando nuestras emociones son evitadas, bloqueadas y reprimidas, parecen convertirse para nosotros en una especie de enemigo. Es un enemigo invisible para el resto, pero quien lo tiene dentro construye ante él miles de murallas y estrategias defensivas. Esta guerra es siempre una guerra perdida, porque nuestras emociones son energía que fluye por nuestro organismo, y que siempre encontrará una manera de manifestarse.

4- Crear una relación sana con las emociones es crear una relación sana conmigo.

El bienestar no tiene tanto que ver con aquello que sentimos, sino con la relación que creamos con nuestros sentimientos y emociones.

La casa de los huéspedes. Poema de Rumi, un poeta Sufí del siglo XII

El ser humano es una casa de huéspedes.
Cada mañana un nuevo recién llegado.
Una alegría, una tristeza, una maldad
Cierta conciencia momentánea llega
Como un visitante inesperado.

¡Dales la bienvenida y recíbelos a todos!
Incluso si fueran una muchedumbre de lamentos,
Que vacían tu casa con violencia
Aún así, trata a cada huésped con honor
Puede estar creándote el espacio
Para un nuevo deleite

Al pensamiento oscuro, a la vergüenza, a la malicia,
Recíbelos en la puerta riendo
E invítalos a entrar
Sé agradecido con quien quiera que venga
Porque cada uno ha sido enviado
Como un guía del más allá.

Tú no eres tus emociones, eres quien las observa y las siente. Si nosotros fuésemos un océano, las emociones serían las olas. Esas olas hoy pueden estar y mañana no, porque el océano sigue siendo océano a pesar de estar picado o en paz. El océano no rechaza sus olas. Somos como esa pantalla de cine en la que, hoy puede proyectarse una película de miedo y mañana una de risa, pero esa pantalla blanca sigue inmutable. La pantalla no es la película, por eso no le importa que se proyecte en ella.

abraza al niño interior

Para crear una buena relación con nuestras necesidades y emociones, es necesario que alguien nos enseñe a hacerlo. Esta realidad está siendo puesta en evidencia en los últimos años, y con ello el auge de los cursos y programas de educación emocional, en especial en edad infantil y adolescente.

En la vida pasamos por momentos de dolor extremo, pérdidas de seres queridos, de dignidad o valor propio, enfermedades o guerras. Situaciones de gran impacto emocional que dejan una huella en nuestra memoria y en nuestro cuerpo. Una situación traumática es todo aquello que nuestra psique no ha sido capaz de integrar. Las emociones se quedan bloqueadas y a la espera de poder “resueltas” y liberadas. Este es un proceso complejo que normalmente requiere ayuda especializada, ya que es preciso crear una condición de seguridad y confianza, opuesta totalmente al momento el que se creó tal trauma. La emoción opuesta al miedo es el AMOR Y LA ACEPTACIÓN.

Cuando atendemos nuestras emociones y sentimientos, les damos la bienvenida y los miramos de frente para aprender de ellos, empiezan a bajar de intensidad.

Con actitud amorosa y comprensiva, pregúntate que sientes, donde lo sientes, cuál es su intensidad. ¿De qué forma quiere ayudarte esta emoción? ¿Desde cuándo está aquí? ¿Qué significa para ti?.

la aceptación de lo que sentimos

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