Ansiedad y miedo. De emoción sana a trastorno.

Los trastornos de ansiedad son crecientes en la población general, a pesar de que el miedo es una emoción básica y útil para nuestra vida.

1.1 ¿Qué es el miedo y cuál es su función?

1.2 ¿Por qué pasa de emoción sana a patológica? ¿Cómo se crean los trastornos relacionados con el miedo?

1.3. Miedo extremo: el pánico y los trastornos de pánico.

1.4 La mente que se libera del miedo.

1.1 ¿Qué es el miedo y cuál es su función?

ansiedad

Tal y como muestra Eduardo Punset (2018) en su libro Universo de emociones, el miedo no es una emoción aislada y simple, sino que forma parte de una familia de emociones y sensaciones que suelen resultarnos desagradables (ansiedad, preocupación, vergüenza, desconfianza…), pero que comparten con el miedo una misión esencial; informarnos de la posibilidad de que las personas que amamos, nuestros proyectos o nosotros mismos estemos en peligro y podamos sufrir algún daño.

Es la más primitiva de las emociones.  Frente a un peligro real, el organismo desencadenaría unas reacciones inmediatas y automáticas que podrían llegar a salvarnos la vida (huida, parálisis o lucha), siendo esta su función fundamental, velar por nuestra supervivencia.

La ansiedad y el miedo, en ciertas dosis, son emociones útiles y beneficiosas. Funcionan como un “activador” (aportan energía para hacer frente a las adversidades y a los retos del día a día), fomentan la sensibilidad y la creatividad, aumentan la motivación para resolver conflictos, mejoran el rendimiento deportivo y nos preparan para hacer frente a posibles amenazas.

En España, 9 de cada 10 personas dicen haber sentido ansiedad o estrés durante el último año. Cuando el malestar se cronifica y los síntomas se perpetúan en el tiempo sin razón aparente (sin una amenaza real desencadenante), es cuando podrían surgir los trastornos relacionados con el miedo.

trastornos de ansiedad

Según Antonio Cano, el presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, un 6 por ciento de los españoles sufre trastornos de ansiedad graves, siendo complicado realizar una estadística precisa, ya que muchas personas que los sufren no solicitan ayuda psicológica.

Estos trastornos se construyen gradualmente. Poco a poco, y tras la puesta en marcha de “estrategias de solución ineficaces”, la sensación de inseguridad de la persona respecto a sus capacidades aumenta y la percepción de amenaza se incrementa, creando una trampa de la que es difícil salir con las propias fuerzas.

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1.2 ¿Por qué pasa de emoción sana a patológica? ¿Cómo se crean los trastornos relacionados con el miedo?

Cuando sentimos el miedo, las reacciones inmediatas y naturales son las orientadas a la autoconservación; la huida de la amenaza (evitación de situaciones o personas), la búsqueda de ayuda y protección en personas o lugares seguros, y la lucha contra lo que asusta. Inicialmente estas estrategias funcionan bien y hacen que la sensación de miedo y ansiedad desaparezca, pero si estos patrones de comportamiento se vuelven “rígidos” y se generalizan (se actúa siempre de la misma forma) pueden volverse perjudiciales.

Quien vive en el miedo raramente consigue tener una visión estratégica a largo plazo, sino que tiende a utilizar lo que ha funcionado otras veces para reducirlo. Se convierte así en víctima del éxito aparente de sus estrategias para combatirlo.

ESTRATEGIAS RIGIDAS INEFICACES:

La tendencia a evitar la situación. Cuando asociamos una situación al miedo (quedarse solos en casa, el transporte público, conducir, encontrase con alguna persona no grata, el ascensor, algún animal, etc.) la evitación de esta genera alivio y nos libera del miedo a corto plazo, pero a la vez confirma la peligrosidad de lo temido, aumentando la ansiedad para la próxima vez que tengamos que enfrentarlo. Esta cadena de evitaciones puede llevar a la completa incapacidad de la persona a exponerse a situaciones interpretadas como amenazadoras. Fuga tras fuga se produce una desconfianza generalizada en los propios recursos, aumentando aún más la evitación y creando un posible trastorno de ansiedad o fobia especifica.

La ansiedad es también conocida como “miedo al miedo”, ya que el temor real suele ser el miedo a las propias sensaciones físicas, a la sensación de perder el control de uno mismo y caer en pánico, y no tanto la peligrosidad de una situación en sí misma. Lo que realmente evitamos son esas primeras sensaciones de miedo, por las interpretaciones erróneas que realizamos de ellas.

evitación

-La constante búsqueda de ayuda y protección por parte de otras personas. Si otras personas se convierten en el fundamento de nuestro sentido de seguridad y protección, podemos llegar a generar dependencia de ellas y crear relaciones viciadas por el miedo. Poco a poco se renuncia a enfrentarse a los propios límites buscando la presencia tranquilizadora de otros, para así prevenir que se activen las señales de miedo. Estas relaciones ofrecen protección inmediata, pero a la vez confirman al dependiente su incapacidad (me ayudan porque me quieren, pero también porque yo solo no soy capaz). De esta manera, la ansiedad enturbia la relación de la persona consigo misma y las relaciones entre esta, los demás y el mundo.

-Tapón farmacológico. Consiste en delegar en el fármaco la propia capacidad de resistir a las reacciones del miedo. Esta acción, como las demás, solo tiene utilidad a corto plazo. Si la ansiedad es vista como un problema que debe ser erradicado farmacológicamente, la estructura psicológica humana (nuestras capacidades y recursos personales) puede sufrir una perdida sustancial. El tabaco, el alcohol u otras drogas también tienen el potencial de liberarnos de emociones desagradables, y por ello es tan frecuente que los trastornos de ansiedad coexistan con diversos tipos de adicciones.  

El miedo, o se supera en primera persona o no se supera.

1.3 Miedo extremo: El pánico y los trastornos de pánico.

El pánico es la forma más intensa y extrema de miedo. Se trata de una reacción iniciada por la percepción a través de nuestros sentidos o por imágenes mentales de tipo de tipo realista o fantástico. Involucra todo el organismo, que se activa en forma de escalada gradual; latido cardiaco, respiración, sudoración, etc. Esta rápida escalada de sucesos lleva a la sensación de pérdida total de control. Esta experiencia causa un desgarro en la sensación de seguridad de personal, activando pensamientos y convicciones amenazadoras; miedo a morir, miedo a volverse loco o ser poseído por una fuerza oscura que impulsa a hacer algo más allá de la propia voluntad. Si ese miedo es fuerte y se crean estrategias defensivas contraproducentes (evitación de situaciones relacionadas con los ataques, búsqueda constante de compañía, medicación, etc.), la persona podría desarrollar trastorno de pánico.

Implica cuerpo y mente en una secuencia reactiva tan rápida que se anticipa a cualquier pensamiento. Por ello, las explicaciones lógicas y racionales no son útiles a la hora de afrontar una crisis o una fobia.

Las crisis de pánico aisladas son frecuentes en la población general. En la mayoría de los casos, quienes las experimentan no les dan mayor importancia. Las consideran como una especie de pesadilla y las atribuyen a que se han puesto nerviosos o a otras causas nada preocupantes, pero en algunos casos, la persona que experimenta una crisis se queda preocupada por ella y genera temor a experimentarla nuevamente. Este temor puede hacer que se vuelvan vigilantes de las sensaciones internas en busca de señales que les permitan anticipar nuevas crisis.

El trastorno se pone en marcha en el primer y pequeño instante crítico que “abre” a la persona a la percepción de pérdida de control

El “fóbico” intenta continuamente controlar o evitar las condiciones en las que puede desencadenarse la escalada de miedo al pánico y es justamente este intento de control el que, paradójicamente lleva a la pérdida de control. En el intento de controlar las propias reacciones, la persona dirige continuamente su la propia atención a la escucha de los parámetros fisiológicos que indican la subida del nivel de ansiedad (latido cardiaco, ritmo respiratorio, lucidez mental), pero puesto que son todo funciones espontaneas del organismo, el control racional altera la su expresión natural. La persona percibe esta alteración y se asusta; los parámetros fisiológicos se alteran de nuevo, el miedo aumenta y, si este círculo vicioso de intenciones disfuncionales entre cuerpo y mente no se interrumpe, se llega al ataque de pánico.

trastornos de pánico

A veces este trastorno se presenta después de una primera crisis, pero en la mayoría de los casos, la progresiva formación del problema hasta el primer episodio de pánico se dispara por la simple duda de poder perder el control en determinadas situaciones, lo que activa la cadena de reacciones y la trampa del exceso de control que hace perder el control.

Después de las primeras experiencias de pánico, puede que el organismo ya no necesite estímulos externos para iniciar aquella cadena de eventos psicofisiológicos y nuestra mente pueda hacerlo por si sola.

Estas personas, como marionetas rotas con los ojos hacia dentro, se esfuerzan constantemente en tener bajo estrecha vigilancia todas sus funciones naturales, alterándolas justamente gracias al efecto paradójico de controlar aquello que ya funciona bien de forma espontánea. Las mejores intenciones producen los peores efectos.

Giorgio Nardone – No hay noche que no vea el día.

1.4 La mente que se libera del miedo.

El miedo que se mira a la cara se convierte en valor. Mira al miedo a la cara y dejará de molestarte

Se podría afirmar, que los trastornos de pánico no suelen estar relacionados con un trauma grave vivido anteriormente. Además, conocer su “origen” no ayuda a la superación, sino que la solución viene de observar el problema en funcionamiento. El pasado no se puede cambiar y la fobia tiene más que ver con el futuro y la imposibilidad de predecir lo que ocurrirá mañana.

La más engañosa ilusión de masas es la de poder controlar y gestionar todo sobre la base de conocimientos científicos y tecnológicos. Esta convicción ilusoria lleva a aplicar una racionalidad rígida a la hora de afrontar eventos emocionales y fisiológicos complejos, que funcionan según lógicas no ordinarias, a menudo paradójicas o de autoengaño, dando lugar a comportamientos disfuncionales que edifican poco a poco trastornos afectivos.

1. LAS SENSACIONES FISICAS DE LA ANSIEDAD Y SUS CAUSAS REALES

Cuando el cerebro percibe un peligro (real o imaginario), automáticamente se pone en marcha el sistema de alarma; es decir, se activa el sistema nervioso y esto provoca diversos cambios fisiológicos que preparan al organismo para enfrentar un posible peligro. Si pensamos que esas sensaciones son peligrosas, se activará el sistema de alarma aumentando el miedo, y por tanto las sensaciones también aumentarán en escalada

La focalización de la atención en captar las sensaciones temidas, aumenta la percepción de cualquier sensación. Cualquier pensamiento de que una sensación supone un peligro, suele incrementarlas. No son, en absoluto, perjudiciales ni peligrosas; solamente desagradables. No sucederá nada peor. ¡No luches contra ellas, no las evites ni huyas…acéptalas!

ansiedad
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Tras un instante de inquietud no sucede nada.

2. PONER UN MIEDO CONTRA UN MIEDO MAYOR: LA PERDIDA DE LIBERTAD Y AUTONOMIA.

La evitación de situaciones temidas o la petición constante de ayuda tienen como consecuencia la reducción de herramientas personales, la pérdida de la propia confianza, y el menoscabo de la autonomía, siendo estos los verdaderos monstruos que debemos temer, ya que imposibilitan el desarrollo y el disfrute de una vida plena. Para liberarnos del miedo es preciso recuperar o adquirir libertad personal a través de darnos cuenta, poco a poco, de que tenemos nuestros propios recursos.

3. DEJAR DE LADO LAS ESTRATEGIAS INEFICACES Y ADQUIRIR NUEVAS HERRAMIENTAS

La diferencia entre quien vive un miedo y lo supera, y quien queda atrapado reside justamente en la puesta en marcha de intentos de solución que primero funcionan y luego se vuelven contra sí mismos. Romper el ciclo del miedo consiste en evitar que se active esta secuencia de estrategias ineficaces descritas, y en ampliar nuestro espacio de experiencias, clave para combatir el surgimiento de miedos situacionales.

4. LA TRAMPA DEL FUTURO

El futuro se presenta ante nosotros como un espacio en “blanco”, un lugar en el que todo o nada puede ocurrir. Este espacio lleno de incertidumbre es un lugar ideal para que el miedo pueda anidar. La persona que vive en la ansiedad suele anticipar un futuro temible, con pensamientos con forma de “¿y si…?”; ¿y si me da una crisis en el tren?, ¿y si me vuelvo loco?, ¿y si no soy capaz de controlarme?, ¿y si tengo que salir corriendo?…

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Con o sin trastornos de ansiedad, nuestros pensamientos son a menudo vistos como realidades incuestionables. Comenzar a usar la mente a nuestro favor implica mirar con distancia nuestras ideas y no utilizarlas para tejer una trama de convicciones que nos paralizan y empantanan.

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Referencias.

Bisquerra Alzina, R., & Punset, E. (2018). Universo de emociones. Valencia: PalauGea Comunicación.

Conangla, M., Soler, J., & Soler, L. (2012). Emociones. Las razones que la razón ignora.  Barcelona: Ediciones Obelisco.

La prevalencia del trastorno de la ansiedad en España se encuentra en un 6 por ciento – Doctor Lozano – Sevilla – Depresión, Bipolar, TOC. (2021). Retrieved 20 March 2021, from https://www.doctorlozano.com/web-hosting/#:~:text=Estr%C3%A9s%20%2DSEAS%2D).-,La%20prevalencia%20del%20trastorno%20de%20la%20ansiedad%20en%20Espa%C3%B1a,en%20un%206%20por%20ciento.

Nardone, G., & Bargalló Chaves, J. (2008). No hay noche que no vea el día. Barcelona: Herder.

Roca Villanueva, E. (2009). Cómo superar el pánico. Valencia: ACDE.

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